EL LUGAR SIN LÍMITES

El clásico del cine mexicano LGBT+ revisitado.

CINEPELÍCULASCINE MEXICANO

Por Máximo Hollander

9/12/20254 min read

Pocas películas ofrecen una historia con una profundidad psicológica, narrativa y cultural como esta joya del cine mexicano.

Lo que logra el director Arturo Ripstein en este filme de 1978 (una de las primeras películas mexicanas LGBTTTQ+) es una obra de arte que se puede considerar avanzada a su tiempo. Este proyecto cinematográfico está basado en la novela homónima del autor chileno José Donoso, fue filmado en locaciones de Bernal, Querétaro. Se estrenó en México en 1978. En esta historia se logra retratar las contradicciones de la figura del “macho” tradicional mexicano, el machismo y la masculinidad estereotípica, así como las dinámicas de poder en la sociedad mexicana, entre hombres y mujeres, caciques y proletariado, población y gobierno. En una sociedad donde existen prejuicios y discrimincación hacia la gente homosexual, las mujeres y la gente sexotrabajadora, esta película pone en la mesa los oscuros rincones del sexismo de donde emana ese odio, exponiendo el papel que juegan los hombres y sus contradicciones en la perpetuación de tales prejuicios en el mundo.

La historia se desenvuelve en el pequeño pueblo mexicano de El Olivo, cerca de otro pueblo más grande llamado San Juan de Dios (siempre hay hacia dónde mirar pa’rriba). En El Olivo hay lo que en todo poblado suele haber, un burdel. Ahí vive la Manuela, travesti homosexual, administrador de la casa y heroína de nuestra historia, retratada por la leyenda histriónica que fue Roberto Cobo (Los Olvidados, Carambola y más de 80 películas en total). Fue ganador del Ariel de Oro y el Ariel de Plata en 1978 como mejor actor por la interpretación que hizo en esta película. En esta casa del burdel viven y laboran la Japonesita (hija de la ya difunta Japonesa grande y de la Manuela), la Lucy, la Cloti, la Nelly al igual que la Manuela, todas trabajadoras sexuales. La relación que existe entre La Manuela, su hija la Japonesita y las demás mujeres en la casa es buena, aunque con la situación económica por la que pasa el pueblo y la violencia homofóbica que sufre el personaje de Roberto Cobo crea fricciones entre ellas, sin embargo son una familia que se trata con empatía y no duda en ayudarse en lo que puedan.

El Olivo es un lugar que quiere ser olvidado. Don Alejo, personaje interpretado por el actor mexicano nacido en Saltillo Fernando Soler, retrata al cacique del lugar y dueño de todo el pueblo, excepto por la casa donde está el burdel, la cual fue ganada por la Japonesa grande en una apuesta (esta apuesta siendo una de las partes de la historia donde hay una variación narrativa en la película con respecto a la novela). Don Alejo quiere mantener al pueblo en condiciones deplorables (sin electricidad, pavimento, etc.) para así orillar a los pobladores a dejar el territorio y poder vender las propiedades y predios a inversionistas, siendo esto un ejemplo de la gentrificación de antaño. El antagonista de la historia, Pancho, es interpretado por el actor capitalino Gonzalo Vega, siendo este personaje hijo del difunto primer trabajador que tuvo Don Alejo, este lo crió como si fuera su propia sangre y lo apadrinó esperando de él un futuro prometedor dedicado a la medicina o a la academia, sin embargo esta relación terminó en nada más que decepciones y resentimientos.

Del personaje de Pancho emana la parte más deplorable y bruta de la masculinidad, retratando la figura arquetípica del “macho”: al que no se le puede ver llorando, el que tiene manos como piedra y habla con ellas, que tranza y traiciona a quien sea para mantener su imagen, infiel a su esposa, que sólo piensa en una cosa y es asquerosa. El camión rojo de Pancho con el cual trabaja haciendo fletes, anuncia su regreso al pueblo y con su llegada vienen los problemas. Como suele ser el caso, manifestaciones extremas de masculinidad suelen cubrir un escondido homoerotismo, deseos reprimidos y autoflagelados, pensamientos y emociones homosexuales violentas, desde el odio, como un enamoramiento secreto con la Manuela.

La música en la película cuenta con una curaduría que alimenta profundamente la narrativa desde boleros, mambo, flamenco, etc. Desde los títulos de las canciones se vislumbra las aportaciones de cada tema: “Falsaria”, “Besos callejeros”, “Cartas Marcadas”, “Hipócrita”, “El relicario”. Estas canciones tienen temas directamente relacionados con la temática de la película, podemos tomar como ejemplo la letra de la canción “Besos Callejeros” donde una mujer canta su frustración por perder a su marido ante la lujuria de infidelidad de su pareja con trabajadoras sexuales: “Amor comprado del que tú has buscado no hallarás conmigo, prefiero un mendigo a volver contigo”.

Esta obra ganadora del Ariel de Oro en la categoría de mejor película muestra un problema milenario: el machismo, la homofobia, el odio. Hacia las disidencias, la otredad, a las identidades sexuales, de género, las manifestaciones y los papeles de estos en la sociedad. Y lo peor que puede salir de la ignorancia en cualquier reflexión sobre lo que está bien o lo que está mal: el odio, el cual hace de la existencia un infierno.

MÁXIMO HOLLANDER

COLABORADOR

Ingeniero en audio, músico, actor.