LA MÁGIA DE JANE BIRKIN: LA AUTENTICIDAD ORGÁNICA.
Única e irrepetible, una carta de amor a la inglesa más francesa.
CULTURA POPFASHIONMODA
Por Irene Segurajauregui Paulet
7/23/20253 min read


Jane Birkin, 1969.
Ya sea por su carrera como actriz y cantante, su característico estilo libre y bohemio o su impacto en la industria de la moda al ser la inspiración del famoso Birkin de Hermés; Jane Birkin invento un estilo parisino natural y ecléctico, que no solo se contenía en la moda.
Ella misma fue un personaje, una mujer en constante transformación que desafío el conservadurismo inglés y convivió de primera mano con la locura francesa de los sesenta y de las décadas venideras. Me parece equivocado decir que se convirtió en un icono del siglo XX. Una mujer multifacética y dinámica como ella nació siendo icónica, significando su vida y carrera una transformación que ha tenido un impacto transgeneracional, manteniéndose como una de las personas más importantes de la escena artística contemporáneo y actual, una estrella del siglo XX que sigue brillando, incluso después de su muerte.
Jane nació en Inglaterra, pero su corazón se encontraba en Francia. La nouvelle vague (La nueva ola), fue un movimiento del cine francés caracterizada por el rompimiento de los estándares del cine clásico, significando una transformación, basada en la libertad y experimentación creativa, corriente que le permitió a nuestra joven actriz británica convertirse en una It girl francesa. Francia significó descubrimiento, romance y libertad.
La expresión de feminidad y sensualidad acompañan a Jane en su carrera, a través de la música y moda. Su estilo musical, caracterizado por su voz suave y quebradiza, le permite explorar el mundo musical desde una perspectiva transformativa y diferente; la música es una herramienta de dinamismo y ambigüedad, éxitos como Je t'aime... moi non plus (1969) cantada a dúo con Serge Gainsbourg o Ex fan des sixties (1978). Sus canciones se convierten en historias, narradas por una voz suave pero compleja, que no tiene miedo a buscar tonos altos que puedan quebrarla, es más, se adueña de estas “imperfecciones” y las vuelve partes imprescindibles en su cosmovisión musical.












Jane Birkin nunca se transformó en un personaje, fiel a sí misma e incluso controversial, su esencia se transforma de manera orgánica. Nunca tuvo la necesidad de adaptarse para agradar o encajar, en su distintivo estilo y forma de ser nace la magia de Jane; no existe una característica que sobresale, toda ella es mágica, curiosa y juguetona, un tanto misteriosa y filosófica en sus entrevistas, activista y política por los derechos de los inmigrantes y la comunidad LGBT. Para mí, no se debe ver a Jane como una cara bonita de la cual se puede tomar inspiración artística; si no como una modelo de la autenticidad y del amor propio, de la importancia de ser fiel a uno mismo y entender que el objetivo de la vida no es encontrarse, si no crearse, adueñarse de la transformación y dinamismo que existe, volviéndose parte del movimiento de la existencia y nutriendo la esencia vital que todos tenemos.
Su expresión artística no tenía el objetivo de ser consumida como un objeto o significar algo ante un mercado, simplemente es libre, busca expresar esa autenticidad que inunda a Jane; sea ya un personaje sacado de un libro de Agatha Christie o un desnudo en Deseo de una mañana de verano, de Michelangelo Antonioni; su particular estilo que oscila entre lo bohemio orgánico y lo chic conceptual, o su expresión musical, que canaliza historias complejas a través de una voz suave y ritmos propios del pop francés de los sesentas. Dueña de sí misma, siendo actriz, cantante y compositora. esposa, madre o activista; abrazo a cada una de estas facetas, simplemente y de la manera más compleja, siendo ella: Jane Birkin.











