LA MELANCOLÍA DE UN MUNDO CON LA IA: HER.

La obra de Spike Jonze explora el futuro solitario

PELÍCULASCINESPIKE JONZE

Alex García.

10/28/20255 min read

En un futuro que se plantea como lejano, pero que cada vez se hace más presente, “Her” de Spike Jonze muestra cómo la nostalgia y la inteligencia artificial se relacionan y trabajan juntos.

Más que una distopía fatalista o una utopía idealista, se nos presenta un mundo retrofuturista cuya estética resulta muy parecida al presente. Theodore, el protagonista, se ve estancado en la misma rutina monótona: se levanta, va al trabajo, escribe cartas de amor a desconocidos aparentando ser alguien más, camina a su casa, juega videojuegos VR y ve porno. Habita en una pesada melancolía. Después de separarse de su esposa Catherine, cae en este estanque emocional al no poder soltar su recuerdo.

Entonces aparece una nueva inteligencia artificial llamada OS1, la cual está programada para acompañar la vida de las personas. No tiene cuerpo, no tiene imagen, sólo tiene voz. Theodore la descarga y conoce a su IA personal: Samantha. Ella llega para llenar el vacío que vive a diario e inevitablemente se terminan enamorando. Pero, ¿realmente Samantha puede sentir amor?, ¿Theodore no sólo está tapando su tristeza?, ¿es amor o una ilusión?, ¿el amor es una ilusión?

Algo hermoso de esta película es el uso de la IA para explorar la confusión, el sinsentido y la fragilidad del amor. Jonze la usa como herramienta para navegar este conflicto entre realidad y ficción que se vive en las relaciones amorosas. El preguntarse después de una ruptura qué parte del pasado fue real y qué fue una invención de esas historias que nos contamos una y otra vez. Este vaivén de emociones, este conflicto interno, se manifiesta a lo largo de la película a través del color. Aquí los colores no sólo exteriorizan las emociones de Theodore, sino que también expresan qué tan lejos o qué tan cerca está Theodore de la realidad, y qué tanto es amor y qué tanto es IA.

ROJO.

El rojo es por mucho el color que más aparece en las locaciones y en el vestuario. Este color suele representar el amor, la pasión y la intensidad. Sin embargo, si ponemos atención al contexto en el que aparece en pantalla, resalta otro significado: la ilusión. La melancolía es esta sensación doble entre felicidad y tristeza, añoranza y resignación, ilusión y realidad. Para que sobreviva esa esperanza en la que se sustenta la melancolía es necesario creer en algo, aunque tengas que mentirte. Theodore quiere mantener desesperadamente su amor por Catherine, por lo que la llegada de Samantha le da la opción de depositarlo en ella; es decir, lo salva de tener que aceptar la realidad. Pensemos en dónde y cuándo aparece el rojo. El logo de la IA de Samantha es rojo. Los cristales que encierran la oficina de Theodore, dónde escribe cartas llenas de pasión y amor para otras personas, son rojos. Cuando él y su amiga confiesan estar hablando con inteligencias artificiales, los dos llevan una prenda roja. Cuando sale en una cita doble con Samantha (su celular) y sus amigos, él se pone una camisa roja. El rojo tiñe su relación romántica con su IA. Es un romance intenso, inocente y cálido, sí, pero también es una ficción. Theodore sólo quiere huir de su ruptura, escapar del pasado y así recuperar el control de su sentir. La IA te dice lo que quieres oír conforme te va conociendo, es decir se adapta a ti, por lo que es muy fácil para Theodore enamorarse si no tiene alguien que lo confronte o lo contradiga. Samantha no es más que una máquina que pretende generar intimidad humana, pero sin dificultades no hay intimidad.

AMARILLO.

El amarillo ilumina las escenas en las que Theodore pone los pies en la tierra. Lo agrio de la melancolía está en saber la imposibilidad de recuperar lo pasado. Él no puede vivir de nuevo la conexión que tuvo con su ex esposa, ya qué al crecer juntos se arriesgaron a cambiar juntos, lo que los llevó a ser personas que ya no eran compatibles. Justo después de la ruptura, la realidad puede sentirse como una sábana de nieve helada que te inmoviliza; sin embargo, el tiempo la va derritiendo hasta dejarte sentir calor. Así fue cómo la confrontó el protagonista, y esto se ve en la progresiva aparición del amarillo. Este color resalta la complejidad emocional de la realidad. Las camisas de Theodore son un reflejo de sus emociones. Hay tres escenas que resaltan en los que usa una amarilla: cuando tiene su primera cita con otra mujer, cuando va al cumpleaños de su ahijada, y cuando descubre que Samantha está enamorada de 641 personas más. En la primera, él supera su resiliencia al conocer a alguien y logra pasarla increíble, pero todavía no puede comprometerse con alguien más. En la segunda, se aleja de su soledad para estar con sus seres queridos. En la tercera, confronta por fin la realidad: Samantha no es suya, es una IA. El amarillo no simboliza felicidad pura, sino que representa una alegría con matices y complicaciones. Este color encarna la sensación de la vida real, sin ilusiones ingenuas ni euforia desbordada. Es una situación amarga, pero al menos es real.

AZUL, BLANCO Y VERDE.

Estos colores fríos contrastan con los cálidos para mostrar la soledad que infunde la IA en la sociedad. Este contraste en la estética es, para mi, el argumento a favor de un amor real y no de uno artificial. Si bien Theodore está emocionado con Samantha, sigue caminando solo por la calles frías y nubladas de su ciudad, inmerso en su celular e insignificante a un lado de las enormes pantallas azules y verdes. Se duerme con su playera blanca en una cama vacía. Se ríe sin nadie a su alrededor jugando en su pantalla verde y azul. Se enamora de una interfaz roja. No es cómo cuando amaba a alguien real. ¿Por qué? La respuesta la encuentro en la última escena en la azotea, en dónde el rojo, el amarillo, el blanco, el azul y el verde se vuelven luces en la ciudad que lo rodean. En ese momento acepta su soledad con una sonrisa: no necesita la ilusión de una relación mientras una parte de Catherine siempre viva en él. El amor humano, a diferencia de lo tecnológico, es contradicción, es colisión, es cambio y es dolor, e inevitablemente te convierte en algo más grande. Tal vez no es tan importante plantearnos si el amor es o no una ilusión, al final del día lo que sentimos es real para nosotros, pero sí es vital saber diferenciar entre lo humano y lo artificial. La IA es una entidad intangible que se puede apagar en cualquier momento, mientras que las relaciones humanas se arraigan en nuestro cuerpo y perduran a lo largo de nuestras vidas.

ALEX GARCÍA

COLABORADOR

Lic. en Letras Inglesas y Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Me gusta perderme entre películas, libros y música. Fiel creyente de que a través del arte encontramos algo para entendernos mejor.