MI EXPERIENCIA Y REFLEXIONES SOBRE UNA VIDA EN SIETE DÍAS.
Cuando la experiencia de ver películas se trata de pasar un buen rato.
PELÍCULASCINEROMCOMCRÍTICA
Por Irene Segurajauregui Paulet
9/10/20257 min read


Uno de los rituales de mi vida es el ver películas con mi papá.
Mi padre siempre ha tenido un gusto excelente en las películas, sean largometrajes maravillosos como Casablanca, filmes de acción adictivas e intensos como Duro de Matar o simplemente películas malas de terror que nos hagan reír. Este sábado habíamos terminado de ver una comedia y al ser aún temprano, decidimos ver otra película y en nuestra búsqueda nos encontramos con Una vida en siete días (2002) de Stephen Herek, protagonizada por Angelina Jolie y Edward Burns. Nos decidimos por verla sin alguna razón en particular; mi padre recordaba haber escuchado de ella, pero yo no tenía idea de su existencia.
No comencé a ver esta película con alguna perspectiva en mente, y mucho menos me esperaba que me impactara tanto. No sabía cuál era el argumento; todo mi conocimiento se basaba en las 4 líneas de descripción que tenia la pantalla de Netflix y la motivación de verla sencillamente era disfrutar un rato con mi papá. Con la elección de esta película, varias cosas vinieron a mi mente: Hace mucho no consumía algo, ya sea un video de YouTube, película o serie sin tener contexto, supongo que por el miedo de aburrirme o perder el tiempo. Y que en general, hace mucho no veía una película (o simplemente un material audiovisual); siempre me sentía muy ocupada o ningún título llamaba mi atención. Estos factores hicieron que Una vida en siete días se convirtiera en una trasformación en mi vida, además de regalarme una lección sobre el cine.
Puede que parezcan muy dramáticas mis declaraciones, pero no les falta argumentación. Para mí, una mujer que no se considera cinéfila, pero si amante del cine (me encanta el cine, pero tristemente veo muy poco), lo que consumo debe tener un significado, porque si no le creare uno a través de divagaciones diversas. Cada película que veo que me parece valiosa la atesoro profundamente, además me gusta reflexionarlas y llegar a diversas ideas y conclusiones sobre ellas. Una vida en siete días no es una película de cine de arte ni una comedia romántica ligera, yo la definiría como una comedia negra esperanzadora (aquí podrá notarse que no soy cinéfila). Es un filme que, gracias a su simplicidad en el estilo de desarrollo, la complejidad en su mensaje y la ejecución de la historia, me parece sumamente bonita. Tierna, fresca y motivadora, te llena de esperanza y luz. Su característica transformativa se encuentra en este brillo que tiene, una historia que desarrolla un problema ontológico tan profundo como la muerte, a través de una carta de amor hacia la vida y el auto descubrimiento. Mi intención es que este articulo no solo sea una invitación a ver una película que los hará felices, si no abrir un cuestionamiento sobre la manera en la apropiarse de si mismo es una puerta hacia la felicidad. Les recomendaría verla primero, para poder entrar contextualizados en la lectura.
La historia nos presenta a Lanie Kerrigan, una reportera de Seattle reconocida por su belleza y carisma que, al entrevistar a un supuesto profeta, se entera que le queda una semana de vida. Atónita ante estas noticias, la tristeza, enojo y frustración se apoderan de ella, dándose cuenta que no ha sido la persona que quiere ser, y que el personaje que ha creado para protegerse es completamente limitante; dando así camino al descubrimiento y entendimiento de sí misma, intentando comprender su vida, su pasado y su presente, finalmente su futuro se resume a el próximo jueves. El autodescubrimiento se ha vuelto un tema complicado para no ser desarrollado como un, por lo que la postura que presenta nuestra protagonista me parece maravillosa y dinámica. Lanie ha creado un escudo a través de un personaje que no la transforma completamente, si no que la oculta. Gracias a su muerte inminente, esta sombra se disipa y le da camino a su verdadero yo, o por lo menos se permite experimentar consigo misma y crearse.
Lanie es un personaje que me parece maravilloso, y malentendido. Ella no es una mujer tonta o una femme fatale que se aprovecha de su físico maliciosamente; si no una persona que fue herida de pequeña y se sentía insuficiente, por lo que se forzó a ser más y encajar, dejando sus “rarezas” de lado. Fue una niña que sufrió al sentirse extraña, por lo que en su adultez es demasiado exigente consigo misma por el miedo a sentirse pequeña en un mundo demasiado grande, hasta el punto que debe revaluarse si esta haciendo algo que valga la pena al saber que morirá pronto. El personaje puede ser explorado de muchas maneras, desde su claro desarrollo de alguien vanidoso que se protege en su sex appeal a alguien que se abraza completamente y vive su presente; me parece una muestra de las exigencias que las mujeres ponemos en nosotras debido a las presiones sociales desde muy pequeñas, concentrándonos en la importancia de ser guapa y estilizada, de agradar y no incomodar.
El elemento romántico de la película, me parece lindo y clásico, y el no sentirlo la cuestión central fue esencial para amar este filme. El ver una historia sobre la vida de una mujer que no gire alrededor de su contraparte amorosa es muy refrescante; claro que el romance es maravilloso, pero no todas las historias de amor deben ser sobre el amor romántico; el amor propio es igual de valioso e interesante de desarrollar. Dentro de la introspección de nuestra protagonista, ella abandona a su pareja, porque no quiere ser un accesorio, anexa a alguien que no la comprende ni ama por quien es verdaderamente. Lanie se da cuenta que no necesita a una pareja para estar completa ni sentirse validada por un hombre; desarrollando así una relación con Pete Scanlon orgánica y sin dependencias; se siente una evolución natural y divertida, originada en una rivalidad con tensión sexual a una relación fundamenta en cariño, amor sincero y admiración.
Claro hay clichés, como el que ella no se queda en Nueva York para reencontrarse con él; pero el contexto de estos me parece complejo. No es Pete lo que la hace dejar ese trabajo, es la realización de Lanie que su sueño estaba basado en una necesidad de aprobación externa y que no quiere ser solamente una cara bonita que siga un guion, por que en verdad ella es alguien que no se puede ni quiere fundamentar su vida (o lo poco que le queda de ella, según la profecía) en las expectativas y deseos externos. El romper ese contrato, la libera de ese miedo a no ser perfecta, le da la libertad que siempre ha querido de la presión externa e interna, de darse permiso de arruinar las cosas y de comenzar de nuevo. Y bueno, el amor la espera de regreso, acompañada de un nuevo motivo de vida: el ser ella.
Mi parte favorita de la película es cuando Lanie canta Satisfaction de los Rolling Stones junto a los transportistas que protestan. Borracha, apestando a cigarrillos y con ropa del día anterior, nuestra reportera estelar grita y canta sobre el no sentirse conformes con las estructuras sociales al ritmo de Keith Richards y Mick Jagger, una escena simplemente maravillosa y divertida que es enternecedora. Ahí está Lanie, tan rígida consigo misma, permitiéndose cantar y disfrutar, dando un mensaje de apoyo y resistencia en la lucha de los manifestantes, cumpliendo no solo con su reportaje, si no apoyando a una causa social de manera fuerte y estrepitosa.
Tristemente, me parece que la vida se nos va a través de la opinión ajena, ya sea de conocidos o completos extraños. Una mala palabra de parte de nuestros amigos o un comentario desagradable en redes sociales son suficientes para que sintamos necesario un cambio en nosotros, cuando lo que hay que hacer es lo contrario. Las modas y tendencias, por ejemplo, dictaminan nuestra manera de ver el mundo y de expresarnos, hablándonos el juicio la mayoría de las veces; sin permitir que seamos críticos sobre nosotros mismos y reflexionar sobre qué queremos en verdad. No está mal ser parte de las tendencias, lo que está mal es perderse en ellas. Para mí, cualquier cosa que te aleje de ti mismo es dañina y no vale la pena. Aunque sea un cliché, simplemente la vida no puede desperdiciarse siendo alguien que, en verdad, no eres.
Divertida, fresca y romántica, Una vida en siete días no solo me hizo sonreír y llorar, incluso al mismo tiempo; me ayudó a encontrar una motivación de vivir, amar y ser sin tener la necesidad de agradar, de poder salirse del guion con libertad y de entender que la muerte es inevitable; pero que la vida es todo lo que tenemos. No debemos ajustarnos en cajas donde no cabemos, el romperla me parece una obligación con nosotros mismos, finalmente el ajustarse a una estructura nos priva de la experimentación, de lo desconocido y del conocer fuera de nuestras zonas de confort. Así como Lanie, nos debemos autenticidad y de coraje para ser nosotros mismos; aunque espero que ninguno deba temer a una siniestra profecía para comprometernos a ello.













